
El cortisol es una hormona fundamental para la vida. Se produce en las glándulas suprarrenales y es conocida popularmente como “la hormona del estrés”. Pero su función va mucho más allá: interviene en procesos vitales como el sueño, la energía, el metabolismo, el sistema inmunológico y el estado de ánimo.
En situaciones normales, el cortisol nos ayuda a responder con eficacia ante desafíos, despertarnos por la mañana y mantenernos activos durante el día. Sin embargo, cuando los niveles de cortisol se mantienen elevados por períodos prolongados —ya sea por estrés crónico, mala alimentación, falta de sueño o sedentarismo—, puede generar desequilibrios en todo el organismo.
¿Qué puede causar un exceso de cortisol?
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Ansiedad persistente
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Fatiga constante o bajones de energía
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Dificultad para dormir
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Cambios hormonales
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Inflamación y dolores crónicos
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Aumento de peso, especialmente en la zona abdominal
Por el contrario, un cortisol muy bajo también puede traer complicaciones, como debilidad, falta de motivación, presión arterial baja y problemas de concentración.
Mantener un equilibrio saludable del cortisol es clave para tu bienestar general. Hábitos como una alimentación nutritiva, la práctica de ejercicio moderado, el descanso adecuado y la gestión emocional consciente ayudan a regularlo de forma natural.
El cuerpo siempre habla. Escucharlo es el primer paso para vivir mejor.